En el sol brillante una rosa de invierno-Brandon

Mis hermanos no estaban, y como siempre me habían dejado de lado para lo que sea que habían ido hacer. Me sentía furiosa por eso. Estaba cansada de las diferencias que se hacían solo porque era la más pequeña, no era justo.

Además estaba aburrida, y el día era esplendido. El sol brillaba en lo alto, aunque algunas nubes raras se veían a lo lejos. Temía enormemente lo que ello significaba, y un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar algunos desagradables sucesos en los años de invierno..
Aleje lo ams que pude esos turbios pensamientos y respire profundo inhalando la suave brisa, y deje que esta me rodeara y jugara con mi pelo, llevándome a mi mundo paralelo.

Me puse mi vestido azul favorito, aunque era el odiado por todos por el “llamativo” color de este, aunque a mí solo me recordaba a la noche y su dulce manto de estrellas.

Salí de mi habitación y comencé a caminar por el pasillo solo se escuchaban los grillos cantar y mis pasos al caminar..
Pasé en frente de la habitación de Brandon, y la puerta estaba entre abierta, algo llamo mi atención, algo brillaba arriba se su cama, me asome con precaución para ver mejor ese objeto tan cautivador, y descubro que era un cuchillo con una rara empuñadura, que con el sol producía esos tan cautivadores destellos.
Estaba encantada por ver tan hermosa arma fabricada con tantos detalles y cuidados.
Entre a la habitación si percatarme de lo que hacía, nunca o más bien, casi nunca irrumpía la privacidad de mis hermanos porque los respetaba profundamente, pero la tentación había sido más grande que mi misma, tome entre mis manos el cuchillo, como una vez había visto a mi padre hacerlo, la primer sensación que me asalto era la fria empuñadura contra mi mano, que se amoldaba según la forma de este perfectamente y además era realmente pesado, mi corazón latía desbocado de emoción cuando escucho los trotes de caballos regresar..
El cuchillo se me escapa de mis manos cayendo de nuevo en la cama.

Salí corriendo de la habitación, sintiendo un gran revoltijo de emociones en mi interior.
Corrí y corrí hasta lo mas lejos que pude del castillo y lejos de donde estaban mis hermanos.
Justo allí en el claro detrás de las caballerizas donde en un árbol escondía mis mas preciados objetos, tome mi diario y comencé a escribir.

Mi corazón latía veloz, aun podía recordar la sensación que me había provocado tener aquel cuchillo en mi mano, su suavidad en amoldarse a la forma de mi mano como una caricia y su peso… pero mas aun me sentía culpable por haber hecho algo ilícito.

Mire las hojas en blanco de mi diario, no podía escribir mi mente no podía concentrarse en relatar los acontecimientos, se dedicaba a revivir el momento una y otra vez.
Me pare de un salto queriendo dar fin a todo eso y guarde mi diario de nuevo en su sitio.


El sol estaba alto, entibiaba el lugar con sus dulces rayos, comencé avanzar y la nieve crujía bajo mis pies. Para mi era un día agradable a pesar que para cualquier otra persona del sur podría estar congelándose, ya que para ellos eran temperaturas de invierno. Me sentía feliz de no tener frío.. aun a veces me despertaba con pesadillas después de aquel accidente tantos años atrás..

Me dirigí a las caballerizas con paso lento, recordando a mi anterior caballo y se me hiso un nudo en el estomago.
Entre y me dirigí directamente hacia mi caballo blanco “Rayo”, cuyo nombre se lo había dado porque era el mas rápido de mis caballos y con el podía sentir que volaba cuando corríamos, aunque casi nunca puedo hacerlo sin supervisación. no había nadie, y eso me alivio, odiaba todas las restricciones que tenia para con mi caballo nada de darle de comer, salir sola y muchos ble bles que me acosaban cada vez que me dirigía hasta este lugar.
Acaricie el osico de mi caballo como saludo y le sonreí –hola- murmure bajito pero a pesar de ello mi voz resonó por el lugar.
Comencé a cepillarle con delicadeza, aunque mi madre t6ambien me había prohibido de hacerlo… pero para mí era como darle amor así que cuando estaba sola lo hacía.


Puse la montura con delicadeza en su lomo y comencé a atar cada parte necesaria, con rapidez no quería que me pilaran haciendo mas cosas que no debía hacer.
pero de repente comencé a sentir un ardor que poco a poco fue convirtiendoce en dolor.. mire mi palma y había un cortesito ahí que no había visto antes.. tal vez había sucedido cuando deje caer el cuchillo y luego empeoro, pensé. mire por todos lados con que podía limpiarme la herida pero no había nada allí que podía serme útil. me mordí el labio inferior con preocupación y me vende la mano son unos trapos que estaban ahi almenos hasta que pudiera conseguir algo mejor

Refunfuñe por el arreglo precario que me había quedado, solo deseaba que no me viera nadie de mi familia, no estaba dispuesta a escuchar regaños, ya bastante mal me sentía por haber entrado en la habitación de mi hermano sin su permiso, haber estado mirando cosas que no eran mías, además de estar rompiendo un millón de reglas juntas.

Seguí arreglando todo antes de seguir con la montura puse un poco de agua delante de mi caballo y de heno para que pudiera comer así cuando hubiera terminado con la montura de mi caballo podria cabalgar lejos de una vez, sin que nadie me siguiera, libre de ir a la velocidad que quisiera, y donde quisiera, necesitaba estar sola dejando atrás unas cuantas reglas molestas.
Además deseaba que mi hermano no estuviera enojado con migo eso me generaba angustia, la última persona en el mundo con la que me quisiera pelear era con el.

Estaba tan concentrada que cuando mi hermano me hablo me sobresalto.
-Ai- exclame del susto me lleve una mano en el pecho queriendo tranquilizar mi corazón, además quise ocultar mi mano lastimada, pero mi hermano tenia mejores reflejos que yo así que antes que pudiera ocultarla el la tomo entre sus manos, me hablo de una forma especial, como una calma previa a la tormenta, nunca era muy demostrativo en si, pero una extraña sensación recorrió mi cuerpo, me mordí l labio inferior, mientras observaba sus movimientos tan agraciados y cuidadosos.
Me estremecí cuando el agua casi helada toco mi mano, además del frio me provocaba un ardor intenso pero no dije nada, cuando termino cerré la mano en un puño, sentía el corazón que latía desbocado.
-Gracias hermanito- murmure retrocediendo unos pasos hasta llegar al lado de mi caballo que se veía inquieto.
Mientras acariciaba a rayo me debatía si debía confesar mis “pecados” o no.
No lo miraba por temor que pudiera leer todo en mis ojos con él nunca podía tener secretos.

-donde habían ido?- le pregunte donde se habían dirigido temprano él y mis hermanos sin avisarme, mi voz sonaba tranquila y sin reproches ya estaba acostumbrada de sus excursiones sin mi, aunque no lo decía me molestaba.