Lady Stark estaba en su habitación, recostada en la cama, su querido esposo había salido temprano a atender los asuntos que la llegada de Lord Arryn a Winterfell significaban, a estaba siendo la hora de que ella también se levantara, pues claro, la fiesta y demás agasajo para la familia debía ser tarea dela señora del castillo, Roland jamás podría organizar una fiesta, por los dioses.
En ese momento, el maestre tocó la puerta despacio, algo le hacía creer que ella de seguro estaba despierta, y además de lo bastante atenta como para escuchar aquel débil sonido producido por él. Por suerte tenía razón, algo que ella consideraba una suerte, porque aquel día sentía la pereza y hubiese matado por seguir durmiendo, pronto se levantó, no quería seguir haciendo esperer a tan buen amigo.
“Mí señora Strak, ha llegado del Desembarco del Rey una carta usted, tiene instrucciones claras de que solo usted puede abrirla, tiene el sello de los Baratheon, la familia real”-No tuvo que decir nada más para que supiese que la carta era de Rickard
La leyó rápido,su miradade preocupación fue obvia, no entendia muy bien el contexto, pero sin dudas haría caso a la advertencia de Rickard, a quien consideraba como su propio hijo. Aunque no lo fuese. Si otro cuervo con el sello Baratheon llegaba a Invernalia, lo haría desaparecer. Como ultimo paso lanzó a la fogata que mantenía caliente su habitación la carta, en verdadera una fortuna que Lord Roland haya salido temprano, el tampoco se enteraría de la carta.